En la pasada noche del día 13 de septiembre de 2004 la Casa donde nació Don Fernando de los Ríos en Ronda se derrumbó, por motivo de las obras que se vienen realizando en la calle Espinel de nuestra Ciudad, (no habiendose tomado NINGUNA medida de protección sobre esta casa con anterioridad al inicio de las obras por parte de la Alcaldesa, Isabel Aguilera) y que además, se encontraba en un deterioro "interesado", al tener los propietarios de la Casa intención de edificar un Hotel en ese lugar. Afortunadamente no hubo desgracias personales.

Desde hace varios años nuestro grupo, viene luchando para que esta casa se habilitara como Casa Museo, manteniendo múltiples reuniones con la Delegada de Cultura Provincial de la Junta de Andalucía, solicitándole su apoyo en este proyecto, igualmente con el Presidente y Delegado de Cultura de la Excma. Diputación de Málaga, (todos del PSOE) y múltiples personalidades del mundo cultural, recibiendo ánimos de todos los sectores.

El único escollo en este proyecto lo encontramos en el alcalde de Ronda, Juan Benítez Melgar del PSOE, que nos mostró su total oposición a este proyecto de la Casa Museo.

Lamentando que nuevamente nuestra Ciudad, pierda parte de su patrimonio y memoria histórica para las futuras generaciones, confiamos que algún día podamos informar a los Ciudadanos Rondeños de los oscuros motivos que empecinaron al alcalde Juan Benítez Melgar a esta oposición extraña, no solo por la personalidad internacional de D. Fernando, sino como compañero de Partido.

El Colectivo está en estos momentos recopilando información y documentación para la elaboración de un “Cuaderno Rondeño” .

Cualquier información que puedas aportar para "esclarecer" este extraño derribo puedes enviarla a:
colectivo@colectivoginer.com o al Apartado de correos nº 12 - CP- 29400 RONDA

UN GRITO EN EL SILENCIO

Con el derrumbe inesperado de la casa de Fernando de los Ríos desaparece no sólo el último vestigio material del paso de éste por su ciudad natal, mas también la huella de aquéllos que, portando ese mismo apellido, dieron imperecedera fama al nombre familiar y de paso un lustre inusitado a Ronda. Ese mismo triste destino siguió la casa de Francisco Giner y, aunque con algo más de suerte, al conservar al menos la puerta de entrada, la de Antonio de los Ríos.
Visto está que por una causa u otra, especulativa o de abandono, aquí nos llevamos la palma no en fortalecer símbolos, levantar monumentos y conservar vestigios de pasadas grandezas que en otras tierras se guardarían como lo que son: oro en paño; signos visibles de un pasado glorioso que tan directamente nos atañe, al corresponder a figuras universales que tuvimos la fortuna de que vieran su primera luz en nuestro suelo. Se diría que la vieja maldición de pan, toros y manolas nos persigue ya para siempre, y que sólo en lo que le concierne y da vuelta a su alrededor ponemos ojos y entusiasmo.
Si ayer fue la casa de Giner, el venerable maestro, laque sin pena ni gloria, sin una voz de protesta, dejó su sueño solariego, sus sagrados muros, hoy, de una forma más deplorable aún, la de Fernando de los Ríos, un hombre sabio y bueno, al que no cabe encasillarlo porque ante todo fue un ejemplo su vida, se vino abajo. Antes, mucho antes, la indiferencia de la Junta de Andalucía, un alcalde pusilánime y la cerrazón de los actuales propietarios, habían hecho quimérico la digna conservación, como biblioteca-museo, del hogar natal del hombre público, que encumbrado a los más altos puestos de la nación, para no gravar las arcas del Estado viajaba en las clases más modestas de los modestos trenes de entonces.
Hoy que con tan pocos escrúpulos nos movemos por el mundo, parece como si su memoria fuera algo molesto que más que conservar vale enterrar entre escombros, y si es en su ciudad natal mejor que mejor.

Antonio Garrido Domínguez - Escritor
Publicado en RONDA SEMANAL el 25 de septiembre de 2004