EPITAFIO

Para Manuel Altolaguirre

Aquí duerme. Dejad
que la noche lo abrace.

Y dejad que lo velen
las sombras más amantes:
ese ángel, ay, sombrío
de sus horas mortales.

Recordad. Sus raíces
eran tierra, eran aire,
y su flor, esa estrella
que incendiaba su carne.

Aquí sueña. Escuchad
-oh recónditas aves-
esa pura armonía
que del polvo renace.

Ya sabéis, sus raíces
eran tierra, eran aire,
y ahora, en tierra tan honda,
pugnan por escaparse.

Pedro Perez Clotet

Angeles Hoya Gómez

Noja, Cantabria 1965.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco en 1989.

Desde 1990 vive en Ronda, ciudad en la que sólo ha expuesto a requerimiento del Colectivo Cultural Giner de los Ríos.

Ángeles Hoya ha desarrollado su obra en torno no a la fidelidad a un estilo, sino a la búsqueda incondicional de una idea de la práctica artística entendida como espacio de libertad y reflexión.

En las diferentes etapas que jalonan su trayectoria existe un hilo conductor, una clave consistente en no generar respuestas o significados cerrados, sino proponer preguntas, exponer dudas en un ejercicio reversible de interiorización / exteriorización.

Técnicamente presenta un continuo diálogo entre modernidad y tradición. Conocedora de los materiales y procedimientos clásicos, como de las últimas innovacines (de las que ella misma es partícipe) son utilizadas indiferentemente pues solo es relevante si sirve a sus propósitos en la medida que le permitan el planteamiento y exposición de la idea que subyace en todas sus obras

Así, la obra es un registro de todas estas interacciones, dando lugar a etapas y series marcadas en ocasiones por una fuerte presencia de grafismos; en otras es el propio material utilizado el que dota de corporeidad y cromatismo a la obra.

En su obra más reciente, A. Hoya trabaja, un paisaje fraccionado, apenas sugerido, suspendido en un espacio impropio entre la superficie del plano pictórico y la espacialidad de la escultura

Y. Acerca

De Ángeles Hoya

Los soportes y los materiales pueden convertirse en los elementos provocadores de la acción artística. Conseguir entablar diálogo con ellos permite abrir el territorio de los sucesos plásticos. Cada material y cada herramienta utilizada solicita un tratamiento diferente, pide unos resultados distintos para vincularse a la intencionalidad del autor, que puede extraer de la experiencia contenidos formales que se impliquen en su lenguaje creativo.

La experimentación permanente, apoyada en el deseo de dejar expresarse a los mismos, unida a una sensibilidad despierta que trata de integrar lo separado conduce a resultados inesperados para el espectador. No se puede sentir lo mismo ante el desplazamiento de un punzón sobre una plancha de metal, que ante la reacción no siempre controlada de un pigmento cerámico y el calor. Cada material es un descubrimiento, cada material tiene un lenguaje propio y cada creador hace su interpretación personal de estos lenguajes.

Ante la obra expuesta en esta ocasión es posible disfrutar del contraste entre lo opaco y lo transparente, la multiplicidad de reflejos que la luz crea al penetrar en lo translúcido deviene en atmósfera interna de la obra que solo queda frenada por la presencia de la imagen opaca protagonista de cada trabajo. La diversidad cromática utilizada queda atenuada por la luz que actúa como una veladura sutil de la que participa cada color, cada matiz. En esa participación no se excluyen ni las paredes en que están situados los cuadros, porque no pueden evitar recoger todos los rayos lumínicos que han conseguido cruzar la superficie desviándose en múltiples direcciones, aportando matices cromáticos no previstos pero capaces de envolver sutilmente lo ya envuelto por la luz, casi es imposible hablar de sombra proyectada porque hasta la sombra es luz.

Y. Acerca.