POEMARIO
Quizás
Cuando la luna robe los rayos del sol
y los riachuelos se encaramen al cielo.
Cuando bajo la única vertiente del desierto
me bañe desnuda junto a un ciervo negro.
Cuando en verano nieven manzanas verdes
y baile un vals entre mil mariposas vivientes.
Cuando dibuje un poema en el carmesí del cielo
con humo venido del oriente en un camello.
Entonces quizás…
podré escaparme en una avioneta de cartón
al alba lluvioso de un treinta de febrero
y gritarte desde lo alto que ya no te quiero.
…………………………………………….
Arrecifes
Me quedé soñando en tu piel de mar
y desperté en los arrecifes de tu alma.
Te he perdonado antes que tus faltas
¿cómo no hacerlo? - Así fuesen miles -
si desde antes de mi luz… yo te amaba.
Y sumo a la suma
que mi coraje es duro como el roble y
mi sentimiento infinito como el cielo.
Pero por tanto y tanto amor…
perdí la cordura de lo cuantificable.
Y sin ti, pasaron los siglos por los años
hasta que se hundieron mis sueños
al caer mis pestañas en aquel agua
del sabor de tus labios.
……………………………………
Cuando tú me amas
Cuando tú me amas,
mía es la ecuación de tus horas.
Y siento que me abrazan, con el mismo ahínco,
las equis de tus misterios y el cisne sobre tus olas.
Cuando tu deseo desviste mi oda
y tu cuerpo se desdobla en eternidades
la luna se desmolda del firmamento
para dejarse caer ella también
desnuda en tu océano.
Cuando tú me amas así de bello
me susurras tan adentro
que en lo oscuro de mi edén
tu pecado inclinado se confiesa y desata.
Y al capturar con tal cuidado mi instante,
mientras tu dulce dominio mece mi tiempo
me amas más grande y más infinito que…
el silencio a la creación del universo.
Pero no encuentro los versos exactos
al suceder el evento sublime
en que las luciérnagas abren mi boca
y un único gemido explota
cuando mi cítara se desbanda al cielo.
Al ensanchar tu intimidad mis caderas,
sobre el unto de tus mares
doy a luz una lluvia de estrellas.
Sí, mi todo y mi bien,
y es que, en mi sentido primero,
se gesta el sueño perfecto
porque cuando tú así me amas…
fecundas mi vida, mi poesía y mi alma.
…………………………….
Mil ocasos, una luna
Bastó una mirada. Bastó una palabra…
Un beso robó los besos que atesoraba.
Una caricia, la garúa de mis veranos.
Tú, que diluiste la noche en el alba,
que amaste así, mi cuerpo, mi aura…
hoy zigzagueas sendas sin ángeles
y en el gran océano, solo ves agua.
Tú, ausencia que rebasas ausencias.
Vacío, que rebota en barrotes de viento.
Silencio, que quiebra la paz del sueño.
Entre necios tesoros, presumido vas:
diestro, escaras tu voluntad primera
ordenando al palpito, querer sin amar.
No te detienes, no oyes, no enmiendas.
Reniegas la verdad, la constante verdad.
Ensucias tu vida, te haces sepia, te ajas.
Impides la unidad de piel, amor y alma.
No hago preguntas, ya no insto respuestas.
Suficientes fueron… mil ocasos, una luna.
Inicuo, el vicio del ego, que superó tu cielo.
Cierto, el amor es luz, siempre gemela
no así los eventos que suceden sin vuelta.
Y es que el tiempo es único, milagroso, puro,
pero también que, en un segundo, se acaba.
Si en tu nido índigo, con virtud me extrañas
contempla - durante mil preludios de la noche -
cómo cae doliente, la noble lágrima de la luna
debido al hito sin fin, de irse el sol por el mar.
Increíblemente cierto
-e insólitamente intenso-
bastaron unos ojos y algunos sueños…
para, pausado y salvaje, dulce y amargo,
torcer el más romántico rumbo del mundo
al misticismo, de la más estrellada soledad.
………………………………………….
De amor y pena
Estuve
increíblemente atareada,
imperantemente abnegada,
vertiginosamente ocupada.
Falsifiqué momentos del tiempo
por obviar tu tácita mirada.
De nubes abultadas con duelos
me llovió el arrepentimiento.
Éste es, mi enajenado llanto de yerros:
noches asintomáticas de esperanza
arropadas entre vacíos
urdidos de ausencias.
Al alba, las vacilaciones ofenden:
¿dónde navegan tus ojos?
¿de qué gaviotas son tus besos?
¿alguna piel sabe de tus atajos al cielo?
De amor y pena
mi corazón se detiene.
Y por no morir antes de mi muerte
en la bohemia de mis confesiones
dreno en palabras, lo que queda de mi alma.
Encumbro, loas, rimas, plegarias
que una a una, se posan en las estrellas:
ilusión de un manifiesto perpetuo
visible para navíos sin reina.
Los tripulantes me llaman poeta.
Ignota sobreviviente soy, nada más
que en ocasos de olas mecedoras
tu piel de sol
y ojos de mar…
aún sueña encontrar.