0,7 - Ya
Donde lo físico falla
y lo químico entra,
la matemática rompe
no sale la cuenta.
Campo de muchos trigos,
trigos de una era
que al pueblo alimenta.
Vacilan potentes
de poderes dotados,
de químicas armas
trigales arrasados.
Cuerpos sin vida
que siembran los campos
y la tierra baldía,
cubriéndola de sangre,
de sangre inocente.
Hombres y niños
que corren hambrientos,
buscando en la nada
la compasión del mundo,
y el mundo, calla.
Más el cuerpo sucumbe
que no la mente,
cual crisálida
metamorfósicamente.
El amor es químico,
el cálculo muerte,
el hombre es resultado
del amor y la muerte.
Adrenalina
Me gusta acariciar tu cuerpo
hasta hundir mis dedos en tus carnes,
morder las venas de tu cuello
hasta sentir hervir tu dulce sangre.
Gemir como gime el lobo
avivando el fuego que me abrasa,
con mis uñas tus pechos desgarrando
y bebiendo el néctar de tu sabia.
Suspirar por los bucles de tus pelos
con deseos y gemidos estridentes,
lamer la fresa de tus labios
en movimientos de sístole y diástole.
Cimbrear en los muelles de una cama
enmarañar los rizos de tu vello,
haciendo despertar en ti las ganas
enroscando mis dientes en tu cuello.
Navegar sobre las olas de tu playa
retorcer la cepa de tu cuerpo,
estallar como estalla la tormenta
en la orgía de tu cuerpo somnoliento.
Abrir con mis muslos sudorosos
la llaga de tu parte más ardiente,
y oír tus lamentos y sollozos
deseando que tu cuerpo yo penetre.
Apuntar en el libro de los Guinnes
el orgasmo que mortal haya soñado,
descargando de mi cuerpo viles genes
y cayendo sobre el tuyo desplomado.
Adolecer el control de adrenalina
que secretan tus glándulas suprarrenales,
y endulzar con versos acromáticos
el ocaso de tus gemidos infernales.
Añoranzas mías
En Granada nací
donde las montañas
rascan el cielo,
y el paisaje
viste de blanco,
para que cuando el sol
con sus brazos de hombre acaricie mi tierra,
su alma transforme
en ríos y lagos.
Ríos vivos, de aguas claras
y huertas sedientas,
Genil, Guadalfeo y Darro,
ríos macizos,
de reyes soñados,
uno, muere en la mar,
después de haber adornado
la Sierra de Lújar
y todo el condado,
los otros, cabalgan por sembrados
dejando su aliento
para morir ahogados,
en prados cubiertos,
de amapolas, rosas, claveles y nardos.
Entre ellos viví mi niñez
y miles de veces he recordado,
el olor del naranjo,
el canto del pájaro,
el caminar pesado
del arriero cansado
y el abrigo, del humilde labriego,
en polvo y sudor bañado.
ASÍ
Guiadme cuando ya marchita mi vida
el equilibrio y las fuerzas me fallen,
no dejéis que desprevenido me hallen
cuando ya la batalla esté perdida.
Cuando mis corroídos huesos se astillen
mantened mi orgullo, mi frente erguida,
que no conoce mi estandarte la huida
ni quien en combate mi honor humillen.
Ya despojado de mi cuerpo el alma
dadme cobijo donde ella reposa,
pues sólo allí encontraré la calma.
Abono he de ser de la bella rosa
que entregó su cuerpo, la vida y el alma,
con el sigilo de una mariposa.
Drogas Malditas
Los corales de tu cara
de sangre están teñidos,
sangre de la juventud
que en ti buscan,
el sueño que han perdido.
Las cenizas de la muerte
meten por sus venas,
la muerte maldita
del corazón se apodera.
Anulando la voluntad,
causando la ceguera,
sumergiendo en el lodo
lo que antes, flores eran.
Por esos malditos corales,
por el oro que te guardas,
por tu maldita despensa.
Mueren marchitas las rosas,
los claveles se adormecen,
el árbol pierde el color
y sus hojas se desprenden.
Las paredes de tu casa
con sangre están pintadas,
los corales de tu cara,
hechos de puñaladas.
¡Dejad de comerciar
con la sangre de los jóvenes!
¡Dejad ya de meter
pinchos en sus corazones!
Que las plantas florezcan,
que el árbol frutos dé,
que las almas de los jóvenes
recuperen ya la fe.
EL GITANO CANASTERO
No se ve bajo la higuera
al viejo de los mimbrales,
las zarzas se abren camino
entre los cañaverales.
Solitario quedó el banco
y las verdes canastillas
las mecen las cañas verdes
a la merced de la brisa.
Con su afilada navaja
entre los sangrantes dedos,
sus manos encallecidas
con acabado perfecto
las canastillas tejían.
Bajo la vieja higuera
iba quemando los días,
siempre en su boca un cigarro
y en su tez oscurecida,
más por el sol que los años,
iba escribiendo su vida.
Y cuando la tarde caía
con su voz enronquecida
pregonaba con mucho arte
por las calles empedradas
el fruto de los mimbrales.
¿Qué te ha pasado, mi viejo?
Que a las mimbres no las mecen
los vientos de Mayo y Marzo,
y en el arroyo la Higuera
va sus brevas derramando.
Las aguas con mucha pena
lamiando las zocas pardas
hasta la mar se las lleva.
¿Dónde estás, mi viejo amigo?
¿Qué será de la cigarra
cuando al final del verano
y aún maduros los higos,
ya no nublen en su canto
los humos de tu cigarro?
¿Y qué será de la higuera,
del arroyuelo y del banco?
¿Quién sacará de las cañas
las canastillas huérfanas?
¿Y quién comerá los higos
de la perfumada higuera?
Fue al final del invierno
cuando la hierba florece
y los perfumes se mezclan.
Quedó por siempre dormido
al pie de la vieja higuera.
El gitano canastero,
el que será recordado
por el viejo de la higuera.
EL PAYASO
Dos fresones por mejillas,
sobre los cabellos el sol
y en sus labios reflejados
un crisol multicolor.
Caminaba con torpeza
dando grandes tropezones,
pues los zapatos de charol
llevaban sueltos los cordones.
Cubríanle unos anchos calzones
poco más de las rodillas,
sujetos por dos tirantes
encima de la barriga.
Lucía elegantemente
la chaqueta remendada,
y anclada en la solapa
una gran margarita
que con orgullo mostraba.
Reíanse de él los niños
al ver correr sus lágrimas,
mas con mucho disimulo
su tristeza maquillaba.
Era el rey de la pista,
la atracción que nunca falla,
todos le llamaban payaso
y él no se molestaba.
Porque es sinónimo de vida,
de ilusiones y alegrías
y no se olviden señores
que en este mundo de guerras,
lo que faltan son sonrisas.
El payaso estaba triste
pues había leído las noticias,
y ese día el disfraz
la conciencia le mordía.
En la India sobran niños,
en Afganistán ya no comen,
por falta de una vacuna
en África se mueren.
Brasil, Yugoslavia, Rusia,
Colombia, Perú, la China.
Cuando para comer buscaba raíces
varios soldados dieron muerte
a un niño en Palestina.
¡Dios mío!, ¿cómo podría el payaso
salir esa tarde a la pista?
¿qué pirueta inventaría?
¡pero el payaso salió
aunque con dos lagrimitas,
y dio tropezones y saltos,
esa noche dio lo mejor de él,
pintó sus mejores sonrisas.
Al acabar la función,
se quedó dormido en una silla,
bajo el cielo estrellado
y la luna por divisa.
Soñó que podía volar
y en sus manos prendida,
como no tenía pan,
a los niños hambrientos
les daba su margarita.
Nunca volvió a despertar
y cuentan que le han visto
con el niño Jesús de la mano
repartiendo margaritas.
ENTRE TODOS LO MATARON
Negociación es un prisma de
diversa confusión,
la cordura inexistente
un disfraz multicolor.
No hay más que una
razón sin embargo se
discurre, según cada
cual su opinión o el
interés que defiende.
Todos saben lo que dicen,
conocen bien la verdad,
más su derrota no admiten
pues no hay imparcialidad.
Sobre la mesa el cadáver,
la viuda llorando está,
cada cual consuela al
vivo con lo que al muerto da igual.
Con vulgares
comentarios se sientan
los plañideros,
evitando pronunciar
la palabra cementerio.
Uno, le mira a la cara,
haciendo una exclamación para
asombro de la sala
sin ninguna solución.
Pues el pobre ya está frío,
y por más que quieran
templar con tanto palabrerío
lo que hacen es molestar.
El otro le lanza un guiño
y a la viuda mira los pies
pensando “pa sus
adentros” que quedó fresco el pastel.
Cualquier ocasión es
buena y del árbol caído
es, donde sale mejor leña
siendo fácil recoger.
El cauto frunce el ceño
de pocas palabras pues,
no dice nada en concreto
para no comprometer.
Rigor mortis abandona
a la vez que pasan las
horas, dilatándose el
pellejo el tema se
desmorona.
Transcurre fría la noche,
luego lo van a enterrar,
y no se han puesto de
acuerdo ni en las flores
que llevar.
Mas camino del
cementerio nadie quiere
desentonar, aunque la pena
se hace pesada y ya todo parece dar igual.
Los comentarios se entonan
y alguno a hurtadillas,
suelta una carcajada
entre agudas tocesillas.
¡Parecía no estar muerto
de preparado que va,
bien vestido y peinado,
con su color natural!
¡Calla y no digas sandeces
que muerto, muy muerto está!
Y con lo rico que era
en cueros le van a enterrar.
¡Al menos hijos no deja
que le tengan que llorar!
Una mujer sin marido
los hijos cuesta criar.
¡Después de muerto
debiera haberle dejado un
par! Pues una mujer sin
hijos no piensa más que
en el mal.
Cada cual examina el tema
según en cuenta le tiene,
el caso de mano en mano
como un torrente se pierde.
FILOSÓFICO
I
Dudosa es la razón
cuando la fe es vana
y sabe el eco de la voz
como la nuez moscada.
II
Crean ídolos de barro
que protegen de la lluvia
y en lúgubres y frías
salas con el tiempo se
derrumban.
III
La verdad y la mentira
al cruzarse en tu destino,
verás que una intenta perderte
y la otra abrirte el camino.
IV
Si alguna vez necesitas
que alguien te eche una mano,
mejor que te aprietes la cincha
y cargues tú con tu cántaro.
V
Compra un botijo barato
y en lugar de dar agua fresca,
te la dará más caliente
que del puchero su caldo.
VI
El ave y la mujer
tienen las alas ligeras
y si no les das querer
en un descuido se te vuelan.
Si es posible con tu “parné”.
VII
El sol no es como el vino
que se mete en una botella
y se le cambia el destino,
si esto pudiera ser ¡Ay de mi tierra!
VIII
Cada vez que me enamoro
se me rompe un poco el corazón,
por eso he decidido
guardarlo en un cajón.
¡Con razón o sin razón!
IX
Si el amor está en el miembro
no lo metas en cualquier lugar,
que puede ser que al sacarlo
no consigas más amar.
X
¿La muerte?
¿Por qué teméis?
¡Si no vivís!
Hombre libre (A Miguel Hernández)
Quiero ser presa furtiva
antes que gallo en corral
y aunque me ronde la muerte
quiero sin metas volar.
Quiero un mundo sin fronteras,
una bandera sin nombre
y una patria de igualdad
y que acompañe la suerte
a aquel que respeta y honra
y al que la razón defiende
Dios le reserve su gloria.
Yo he nacido con la frente
impregnada en libertad
y fue mi madre la fuente
de la que aprendí a amar.
Amo al sol y amo las nubes,
la calma y la tempestad.
A veces soy agua y soy nieve,
a veces fuego y volcán.
Por el prado, por la sierra
siempre camino orgulloso,
con los brazos extendidos
y mi corazón en flor,
ofrezco al que necesite
un pedacito de amor.
Prefiero ser hierba brava
que presa flor en jardín
y allá donde haya tristeza
hacer olvidar las penas
y poder hacer sonreír.
Los tres oles del Clavel
¡Ole mi alma! Decía,
un clavelillo gitano
que a una rosa pretendía.
-¡Calla, clavelillo guasón!
Que me vas a sacar los colores
¡bribón!.-
-¿Adónde vas el domingo?-
-¿El domingo? Todavía no lo sé
andan diciendo por ahí
que si en el pelo de una novia
otros, que si en medio de un gran ramo
con flores de este jardín.-
-¡Ole!, que suerte tienes mi alma
y que desdicha la mía,
que te separan de mí.-
-No te entristezcas clavelillo
que he oío decir por ahí,
que, si pa la solapa del novio
o si que para el ramo de la virgen,
al lado de una rosa que luzca
como un rubí te van a poner, ¡Guasonsillo!-
-Ya te lo decía yo, ¡Angel mío!
Juntos hasta el fin.-
-¡Qué malaje tienes gachón!
¡Qué maneras de seducir!
Mira como me pones
que tiritando estoy por ti. -
-¡Ole!, ya era hora mi alma
que me dedicaras un verso,
que yo por ti estaría dispuesto
hasta aborrecer el agua que bebo.-
-No digas más tonterías
cállate ya, so guasón,
pues dicen las malas lenguas
que andabas merodeando
a una tal Margarita y,
que esta, te dio plantón.-
-Eso son habladurías
envidia, mi corazón
y por el sonío que tienen
de Jacinto “ el socarró”. -
No hagas caso a lo que dicen
que por tus guesos me muero
y loco estoy por que llegue
el domingo traicionero.
Que me arranquen de raíz
de este monótono invierno,
que si algún día he de morir
quiero hacerlo junto a ti,
Rosita de mis sueños.-
-Me has convencio ladrón,
que igual que tú a mi
yo a ti te quiero
y no tengo por más remedio
que tenerte que decí,
que por un beso tuyo
“Clavelillo, me muero”. -
-¡Ole, ole y ole!-
PASIÓN
Con tus últimas fuerzas
arrastras la Cruz,
que sobre tus espaldas
ha puesto el hombre.
Llevas la mirada perdida
en la tierra por ti creada,
ya no te afecta el dolor
pues la sangre te abandona
y aún así,
rechazas tu gloria y caminas,
cumpliendo la profecía
que dictaron tus palabras
¡Camino de tu altar de Pasión!
Mientras aquel cirineo
que te quiso ayudar con la cruz
te dedica una oración.
Piel morena
La niña de piel de cobre tras la reja está escondida, al otro lado su amante versos y poemas recita,
la niña de piel de cobre, tras la reja se esconde.
Soneto dedicado a Isabel Arenas Escobar.
Mi madre, la mujer más maravillosa del mundo.
Fallecida el día de navidad del 2008.
Poema desesperado I
Combatí contra fuerzas naturales
y al perder la esperanza en la contienda
le rogué a Jesucristo por su vida
y mis oraciones fueron banales.
En el lecho yaciente y abatida,
expiró con dolor todos sus males
y quiera Dios que seamos inmortales
en el reino que ofrece tras la vida.
¿De que valdría tanto sufrimiento?
Tanto empeño en amar y ser amado
si al final todo queda en un lamento.
De tu cielo yo me creo desterrado,
vago por un mustio y árido desierto
y del clero me siento defraudado.
Poema desesperado II
Tal vez tu sabia vara de medir,
perfecta pero injusta al proceder
al momento me hiciese enfurecer
y después por mi madre yo pedir.
Hacia ti, mi rencor he de vencer,
aún con dolor, mi amor has de sentir.
En mi alma ya no cabe mas mentir
e ignorarte me vuelve a enloquecer.
En su tumba pondré tu corazón,
mil plegarias ante ella rezaré
y en ti, hallare por siempre la razón.
Tu deseo y voluntad acataré
expulsando de mi ser el vil punzón
y en su honor con justicia te amaré.
POLVO EN EL TIEMPO
El tiempo borrará nuestra memoria,
seremos como el polvo del desierto,
sin rumbo, sin destino, sin acierto,
como las viejas aspas de la noria.
Giramos sobre el eje del entuerto
creyendo alcanzar siempre la gloria
y sólo somos parte de la historia,
barcos que zarpan de su último puerto.
Partiremos con todos los honores
olvidando los miedos, los amores
y las luchas que en vida mantuvimos.
Batallas que aún ganadas las perdimos.
Los vientos borrarán nuestros temores
y los años, la vida que vivimos.
Sacromonte
Busca la luna el bronce
del pecho de los gitanos
¡Ay, Luna, Luna!
Ven esta noche rúbrica y pura
a la fuente del avellano.
Alumbrando el camino de piedra
los luceros caminan sonámbulos
y al llegar al Sacromonte,
¡Zambra y Cuevas, los gitanos!
A través de las rejas floridas
sus pequeñas navajas de estaño
los churumbeles afilan.
¡Zambra y Tango, los gitanos!
¡Toma, que toma, que toma!
¡Ole, con ole y que ole!
¡Cazuela de papas,
fideos y arroles!
Dame maica tres duros
que voy a comprar una guitarra
y me voy a la cueva del Curro
que ha nacido la Zambra.
Está cantando Juan Maya,
la Chonica con Juaquín,
María Amaya la Cabrera
bailando con la Jardín.
La Lili, la Golondrina,
Gracia del Sacromonte,
María Amaya la Bizca,
la Lucía y Manolete.
Genios y duendes del flamenco,
del baile y guitarra maestros,
gitanitos de arte y postín
se están quebrando los pechos.
María la Cabrera y sus hijos,
Teresa y Curro Albaicín,
Carmela Amaya, la Gazpacha,
María la Canastera
y su hija la Jardín.
Sus manos son castañuelas
que se elevan a los cielos
y las venas de sus cuellos
ramos de lirios moraos.
¡Zambra y tango, los gitanos!
Si yo supiera cantar
os cantaría una nana,
a los pies del Sacromonte,
a orillas de Sierra Nevada.
Mientras el Darro gime
ellos cantan y bailan.
Los gitanos coplas errantes,
el Darro espumas blancas.
¡Cante y baile, los gitanos!
Si yo pudiera cambiar
por las del Darro mis aguas,
repite siempre el Genil,
si yo pudiera cambiarlas,
“pa” regar las macetitas
que alumbran en tu ventana.
¡Ay, cómo tocan sus guitarras!
¡Cómo cantan sus gargantas!
Ellos camisas verdes,
ellas enaguas blancas.
Madre cómprame un traje,
pero que sea de lunares,
con cintas de terciopelo
y encajes en los volantes.
¡Omaita, omaita!
Quiero un bautizo gitano,
que lo bendiga mi amigo Curro
con agüita fresca del Darro.
¡Los flamencos están cantando!
Al compás de sus guitarras
retuercen su cuerpo serrano
y sus aires son los aires
de las crines de un caballo.
¡Sangre y raza, los gitanos!
Si al despertar me perdieras, Búscame
Si al despuntar la mañana
no me encuentras a tu lado,
pregúntale a los jilgueros
que saben mi caminar.
¡Dónde los enamorados
van su amor a recordar!
Si me perdieras un día
ve a la orillita del mar.
Lo mucho que te quería
fui a contarlo a las sirenas
y a escribir en las arenas
¡Jamás te podré olvidar!
Búscame en las primaveras
de nuestros sueños de antaño,
entre los vivos recuerdos
y los árboles de estaño…
en las sombras de la tarde
¡Bajo nuestro viejo árbol!
Búscame sobre la cresta
de las encrespadas olas,
entre mendigos y niños,
en los cuentos de las nanas
donde el amor es tan puro
como el aire en la mañana.
Búscame donde el camino
comienza, bifurca y acaba,
donde nace el arco iris
y donde fluyen las aguas,
sobre una rama de olivo.
¡En lo más hondo de tu alma!